Sesenta años de Saeta y
Galerna
Septiembre de 1953. Alfredo di Stéfano ya era La Saeta
Rubia. Aterrizó en España con ese sobrenombre adquirido en Argentina por el
color de su pelo y su velocidad, comparable a la de una flecha.
Paco Gento, recién llegado de Santander,
comenzaba a labrarse el apodo con el que después se le reconoció mundialmente:
La galerna del Cantábrico, por el vendaval que se levantaba cuando metía su
sexta velocidad
Dos semanas, dos partidos, separan los estrenos con la
camiseta del Madrid de estas dos leyendas del fútbol mundial. Gento, 20 años,
fichado ese verano por su espectacular final de temporada con el Racing de
Santander, debutó en el primer partido de Liga (13 de septiembre). Otros cuatro
jugadores compartían con él los nervios del primer día: Pazos, Becerril, Britos
y Pérez Paya. El entrenador era Enrique Fernández.
El Real Madrid se enfrentaba a Osasuna y ganó
con comodidad: 2-0. Las crónicas apuntan a que el extremo ya dejó muestras de
su rapidez en esa primera tarde sobre el césped del remozado Chamartín, que
estrenaba un nuevo anfiteatro con capacidad para 7.000 aficionados más.
Antes de que el fichaje de Alfredo di Stéfano
se hiciese realidad, el Real Madrid todavía disputaba la segunda jornada. Nada
menos que en San Mamés, contra el Athletic de Carmelo, Mauri, Maguregui,
Artexe, Zarra... Segunda victoria (2-3). Gento volvía a ser titular en la banda
izquierda.
La semana siguiente es clave en las negociaciones
que el club presidido por Santiago Bernabéu mantenía para la incorporación de
la gran estrella argentina. Después de una eterna batalla legal con el
Barcelona para hacerse con su fichaje, el futbolista llegó a la capital el día
23 por la mañana y esa misma tarde disputó un partido amistoso. Su club lo
había montado precisamente para presentarle ante la afición y para que el
jugador fuera mejorando su condición física, después de casi seis meses sin
jugar.
Derrota en el primer partido
No fue esa primera su mejor actuación, sin duda. Sentía cansadas las piernas después de haber viajado en coche-cama la noche anterior desde Barcelona y acusó el desconocimiento que tenía de sus compañeros, que además no eran los más habituales en la titularidad. Di Stéfano logró estrenarse como goleador, pero el invitado de honor, el Nancy francés se llevó la victoria (2-4).
No fue esa primera su mejor actuación, sin duda. Sentía cansadas las piernas después de haber viajado en coche-cama la noche anterior desde Barcelona y acusó el desconocimiento que tenía de sus compañeros, que además no eran los más habituales en la titularidad. Di Stéfano logró estrenarse como goleador, pero el invitado de honor, el Nancy francés se llevó la victoria (2-4).
El debut oficial, el verdadero, llegó cuatro días después
(27-9). Tercera jornada de Liga. El rival era el Racing de Santander. Esa tarde
el entrenador sí dispuso de su once de gala. Pazos; Navarro, Oliva, Lesmes;
Múñoz, Zárraga; Joseíto, Olsen, Di Stéfano, Molowny y Gento.
Di Stéfano no acabó tampoco contento de aquella actuación,
aunque el estadio, entregado, aplaudía enfervorizado cada vez que tocaba el
balón y se desmarcaba por las bandas, sobre todo por la derecha. Volvió a
marcar. Exactamente, el tercero de su equipo, de un sutil cabezazo. Además dio
el pase del cuarto a Olsen, que esa tarde fue el mejor sobre el campo y anotó
dos tantos. El otro fue obra de Molowny.
Al día siguiente MARCA recogía las palabras del debutante tras
el encuentro. "No me ha salido el partido que yo quería, pero estoy
contento por el gol, por el triunfo del equipo y porque me he encontrado mejor
que ante el Nancy. No estoy todavía compenetrado con mis compañeros y pesa
sobre mí una gran responsabilidad, todos quieren verme hacer cosas que aún no
es posible. Este equipo dará grandes tardes de fútbol. Puede llegar a
más".
Y llegó, ese Real Madrid fue campeón de Liga, título que no
ganaba desde la temporada 1932-33. Di Stéfano marcó 27 goles en 28 partidos,
mientras Gento no conseguía estrenarse como realizador en 17 encuentros que
disputó.
Ese primera temporada consagró aún más al delantero argentino,
mientras sobre Gento se mantenía una duda que el propio Di Stéfano se encargó
de cerrar al decirle a su presidente que su compañero no debía ser cedido
porque sus condiciones terminarían por explotar.
Don Santiago se dejó aconsejar y Gento se mantuvo 18 temporadas
consecutivas en la plantilla, más incluso que Alfredo, que en la temporada
64-65 recibió la baja y terminó marchándose al Espanyol. Los dos convivieron 11
temporadas juntos, en las que ganaron cinco Copas de Europa y ocho Ligas.