Hay que verlo. Es casi imposible describir con palabras la exhibición de fútbol que el Real Madrid desplegó en el estadio de Mestalla. Durante cuarenta y cinco minutos los blancos no soltaron la pelota, crearon, trabajaron y disfrutaron de una superioridad que se tradujo en cuatro goles. El partido podría haber acabado ahí, y seguramente lo hubiera agradecido un rival que más tarde recibiría la sentencia del quinto tanto. Se acabaron las dudas, las especulaciones y los debates. El líder lo es, más que nunca, por méritos propios. Su fútbol es argumento más que suficiente.